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-130- • Trasamundo, pero a raíz de la rirnerte de éste (523) logró vol- ver a su diócesis con los demás compañeros de destierro. Mu- rió el 533. , Sus escritos se dirigen, en su mayor parte, contra los arria– nos, como por ej., los tres libros «Ad Thrasamundum regem Vandalorum», en los cuales refuta las objeciones de este rey. Trató de la doctrina de la gracia, incitado por el 520, por los monjes de la Escitia, que, habiendo ido entonces a Constanti– nopla y después a Roma, solicitaron del papa Hormisdas que condenase las obras de Fausto de Riez, por suponer que en ellas se hablaba en favor del pelagianismo. Viendo que el Papa no les atendía, se dirigieron impacientes a los obispos africanos desterrados en Cerdeña, los cuales, en particular Fulgencio, accedieron inmediatamente a sus deseos. Fulgen– cio escribió entonces siete libros •Contra Faustum» (que se han extraviado), y a su regreso al Africa compuso los tres li– bros «De veritate préedestinationis» (que se han conservado), y, en nombre de los obispos africanos, la , Epístola Eynodica ». § 57 Escritores ita1ianos del tiempo de Teodorico el Grande. 1. Boecio, descendiente de la noble gens Anida romana, cristiana desde muy antiguo, se procuró una excelente educa– ción aun en la literatura griega. Su universal erudicíón y elo– rnencia, como también su alta alcurnia y excelentes cualidades de carácter, le hicieron simpático a Teodorico; cuando sólo tenía 30 años de edad, era ya cónsul, y vió a sus hijos eleva– dos a tan alta dignidad. Pero, con ocasión de la calurosa de– fensa que hizo del senador Albino, acusado de mantener se– cretapJrrespondencia con el emperador de Oriente. Justino I (t 527), quien después de un cisma de 35 años se había acer– cado a los católicos, se hizo sospechoso del mismo crimen ante el rey de los ostrogodos. Además fué acusado Boecio de profesar la magia, y el servil senado, a cuyo lado había estado siempre Boecio, le condenó a muerte, causa por la cual fué encarcelado en Pavía y ajusticiado tras crueles tormentos el 524. Se le quiso honrar después como mártir, suponiendo que, con su adhesión a la fe católica, se había granjeado el odio del rey arriano y provocado su alejamiento del mismo; pero Baro– ni_o mismo reconoció que tal tradición era poco sólida, y hoy

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