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nes o misterios, Bautismo, Eucaristía y confirmación; b) tres consagrantes, el jerarca u obispo, el presbítero y el diácono; .e) tres consagrados, y en correspondencia con éstos, tres ca– minos pa_ra ir a Dio~: la vía purgativa, por la cual andan los c.atccúmen r s; la vía illuminativa, la cual siguen los creyentes; la vía unitiva, por la cual caminan los terapeutas o monjes. t) Al paso que los cuatro tratados están dedicados todos a su consocio en el presbiterado, Timoteo, las diez cartas bre– ves , que versan sobre cuestiones dogmáticas y prácticas, están dirigidas a vario~; una de ellas al obispo Policarpo, otra al obispo Tito, y la dééima «al apó :;tol y evangelista Juan en su destierro de Patmos •. Tres cartas, no conservadas e_n el texto griego, como las otras, fueron atribuídas sin razón al mismo autor; una de ellas, que ha llegado a nosotros en lengua ar– menia y está dirigida a Tito, trata de la Asunción de Ma1ía a los cielos, y es la conocida narracíón que se halla también en Juan Damasceno(!). 2. No cabe duda que el autor de estas obras quiso ser tenido por contemporáneo de los apóstoles, y expresamente por Dionisio Areopagita, cuyo objeto consiguió tan pronto como f11eron conocidos sus escritos. En efecto, se 11ama a sí mismo Dionisio, y dice que primeramente había sido gentil, y que de-,pués se convirtió al cristianismo, y se ordenó de sa– cerdote; dirige sus esclitos a los aró~toles y a los discípulos de éstos, y refiere que vió en Heliópolis el eclipse de sol que ocurrió en el momento de expirar el Salvador en la Cruz; que siendo ya cristi ano hizo un viaje para ver con sus propios ojos •aquel cuerpo que dió vida y recibió a Dios dentro de sí • (la Virgen Mada), y que juntamente con él habían gozado de aquella vista •el hermano del Señor • Santiago, y Pedro, •la más antigua cabeza de los teólogos ». 3. El primero que hizo mención de las obras del Areopa– gita fué, por el 520, Andrés de Cesarea, a cuya pluma debe– mos el comentario griego del Apocalipsis más antiguo que se conoce; después de éste las mencionaron especialmente los monofi , itas en la conferencia religiosa de Constantinopla del, 533 (¿531 ?), aunque en aquella ocasión fueron rechazadas por los católicos como ilegítimas. Pero en· el siglo VI fueron obje– to de universal aceptación aun entre éstos, y siguieron siendo (]) fata carta fué publicada en alemán por Vetter en •Theol. Quartai– $Chrift,, , Tt¡b. 1887, p. 133 y sgs ,

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