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- 120 - La segunda obra está formada por las 24 «Colaciones pa– ·trum •, o sea, las conversaciones que Casiano y su amigo tu– vieron con los más célebres anacoretas de Egipto. Fué publi– cada en tres partes sucesivas, cada una de las cuales tiene su propio prólogo, y debía ser el complemento de la obra «De institutis cenobiorum•; pues mientras ésta se refiere a Id vida exterior y observancia regular de los monjes, en las «Colacio– nes• se trata de «la conducta invisible del hombre interior », o, sea la manera de conseguir el ideal de la vida monástica y alcanzar la perfección. En la •Colatio• 13, titulada •De pro– tectione Dei ~, o sea, sobre !a gracia, el autor se manifiesta resabiado de aquel semipelagianismo que tuvo su patria ,y do– minó por espacio de un siglo (hasta el segundo LOncilio de Orange, en 529), en los conventos del sur de las Galias. * Enseña Casiano (Coelatio 13) que la gracia y la libertad deben cooperar a la salvación, pero que la gracia acompaña a la buena voluntad, y la conduce al fin, como se vió en Zaqueo y el buen ladrón; al contrario la buena voluntad, y principal– mente la inclinación a la fe (pius ere dulitatis ajfectus) en ge– neral es cosa del hombre, y sólo de vez en cuando, como en las conversaciones de Mateo ·y Pablo, da Dios también «el primer impulso de la buena voluntad •. 2 San Vicente, sacerdote del monasterio de Lerins, cerca de Marsella, escribió (434) bajo el pseudónirno de Peregrino, dos «Cornmonitoíia », de los cuales, como dice en prefacio, ha– bia de servirse para ayudar a la memoria, pues le pondrían an– te los ojos la doctrina de los Padres. Esta reducida obra me– reció la consideración de los dogmáticos como la más concisa y correcta representación de la doctrina de la Iglesia sobre la tradición, transmitida por la antigüedad. *Dice que la Sagrada Escritura no puede ser norma sufi– ciente para distinguir la fe católica de las opiniones heréticas, porque a causa de su profundidad se inte.preta de muy dife– rentes maneras. La tradición está definida así: Magnopere cu– randum est, ut id teneamus quod ubique, quod semper, quod ad omnibus credifum est; hoc est etenim vere proprieqae ra– tholicum (c. 3). Los verdaderos testigos de esta doctrina son los Padres que permanecieron en la comunión católica, pero su declaración ha sido hecha en los concilios ecuménicos, como sucedió en Efeso contra los errores de Nestorio. El autor se explana sobre este concilio en el segundo •Comrno– nitorium •, del cual no se ha conservado más que la conclu-

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