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-103- 3. Agustín permaneció aún un año en Roma después de la muerte de su madre, ocup'Mo en escribir, y después regre– só al Africa. Por espacio de tres años, vivió en Tagaste con sus amigos en la soledad claustral; pero la fama de su doctrina y su piedad era ya tan grande en 391, que, cuando Agustín visitaba un día casualmente la iglesia del obispo Valerio de Hipona, éste, de acuerdo con el pueblo, le invitó a ordenarse de sacerdote; Agustín se opuso a ello, pero al fin se dejó or– denar. Con objeto de hacerle permanecer en su Iglesia, Vale– rio le hizo consagrar en 396 obispo auxiliar de Hipona, y habiendo muerto poco después Valerio, entró Agustín a ocu– par su silla. Tanto en el orden del sacerdocio como en la dig– nidad de obispo, continuó haciendo con su clero vida monás– tica; era incansable rn la predicación y en el auxilio de los pobres y menesterosos, pero su ocupación principal fué la de escribir, la cual le servía como de recreo en los quehaceres – de su cargo episcopal. Tres fu,ron las tendencias hacia las c;_uales dirigió su actividad literaria: primeramente continuó en Africa las controversias que había empezado en Roma contra los maniqueos; combatió E'cn segundo lugar con la predicación, 1a pluma y la dispu_ta el cism.2 donatista, que había devastado el campo de la Iglesia africana durante casi todo el siglo cuar- to, y alcanzó una señalada victoria en la conferencia religiosa de Cartago, celebrada el año 411, a la cual acudieron 286 obispos católicos y 279 obispos donatistas; finalmente, al si– guiente año comenzó la lucha contra el pelagianismo, contj– nuándola hasta su muerte, siempre al frente del partido cató– lico, por lo cual mereció el honroso título de Doctor gratia?, Murió Agustín en Hipona el 28 de agosto del 430, cuando la ciudad estaba sitiada por los vándalos. 4. Agustín hermanó en sí la potencia creadora de Tertu– liano con el ~entido eclesiástico de Cipriano, la agudeza dia– léctica de Aristóteles con el lenguaje ideal y la profundidad especulativa de Platón, el sentido práctico de los latinos con la movilidad y soltura de espíritu de los griegos. Es el más gran– de y más erudito de todos los Padres de la Iglesia, -compara– ble lo más con Orígenes, pero superior a él por la influencia que eierció_en la teelogía de tiempos subsiguientes. Conoció mejor que ningún-otro el corazón humano, con sus debilida– des y sus inclinaciones, como quiera que en esta materia había adquirido gran experie11cia en sí mismo, y por eso actuó de precursor y creador del conocimiento de la naturaleza hu-
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