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- 98 - Septíembre del año 420, a los setenta- ochenta años de edad. Sin duda alguna, ha sido Jerónimo el más docto de todos los Padres de 1<1. Iglesia; era un erudito de alcance extraordi– nario, versado tanto en la literatura latina como en la griega y la hebrea, tanto en la eclesiástica como en la pagana. Agustín (Contra Jul. I, 7, 34) dice de él que había leído «todos o casi todos • los escritores que le habían precedido. Como conoce– dor de las lenguas del Antiguo Testamento, fué único en la antigüedad cristiana, y por lo mismo fué apto como ningún otro para llevar a cabo la difícil obra de traducir la Biblia. Aun por sus mismos contemporáneos era tenido como una autoridad en materias teológicas; según la frase de Orosio (Lib. apol. contra Pelag. 4), el Occidente todo estaba pendien– te de una palabra que hubiese de pronunciar el sacerdote de Belén, y la esperaba con la misma ansiedad con que el seco vellón de Gedeón esperaba del cielo el rocío.- También daba grande importancia a la belleza de la forma, y su modo de hablar es como el de Tertuliano, vigoroso y original, si bien deja entrever su formación retórica en su inclinación a la grandilocuencia y a los juegos de palabras. 5. La más célebre y duradera de sus obras es, sin duda alguna, la traducción de la Sagrada Escritura. Cuando se ha– llaba en Roma (véase n. 0 2), corrigió el texto de la /tala del Nuevo Testamento y el Salterio, cuya corrección introdujo el papa Dámaso en la liturgia romana. El nuevo texto de los Salmos, llamado fuera de Roma Psalterium Romanum, estu– vo en uso en casi todas las iglesias de Roma hasta el pontifi– cado de Pío V, y todavía se usa en la iglesia de San Pedro. Inmediatamente después de su llegada a Belén revisó Jeróni– mo el texto del Antiguo Testamento, incluso los Salmos, se– gún las Exaplas de Orígenes que había encontrado en Cesa– rea; pero de este segundo trabajo no se ha conservado más que el texto del Libro de Job y de los Salmos 1 el resto le fué substraído antes de publicarlo. Este texto de los Salmos se difundió rápidamente, en especial, por las Galias, y recibió el nombre de Psalterium Oallicanum, y es el que contiene la Vulgata, habiendo sido introducido por Pío V también en el Breviario y en el Misal. Finalmente, el año 390 se decidió Je– rónimo a traducir d Antiguo Testamento directamente del he– breo o arameo en que estaba el original, trabajo que tardó en acabar ha$ta el 405. Del arameo tradujo los Libros de Tobías

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