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- 96 - floreciente escuela; después estuvo por algún tiempo en Aqui– leya, donde trabó amistad con Rufino, natural de aquella .co– marca. El año 373 partió para Oriente con intención de ir a Jerusalén, peru enfermó gravemente en Antioquía, y apenas restablecido se retiró al desierto de Calcis, al oriente de An– tioíjuía, donde por espacio de cinco años hizo vida solitaria, ocupándose en labores manuales, en áspera penitencia y en el estudio de las ciencias. Mucho le costó aprender la lengua hebrea, en la cual le inició un judío converso. En aquel tiem– po, se dejó ordenar de sacerdote por el obispo Paulino de An– tioquía, pero puso por condición que había de permanecer monje, sin ocuparse de la cura de almas. 2. La fama de la actividad de Gregorio Nacianceno atra– jo a Jerónimo a Constantinopla el año 379; bajo la dirección de tan sabio maestro, se perfeccionó en la interpretación de la Sagrada Escritura, y se apasionó de Orígenes, y a esta época pertenecen sus tradpcciorl€s latinas de algunas obras de aquel escritor. El 382 acompañó al obispo Paulino de Antioquía a Roma, para asistir al concilio que debía poner término al cis– ma meleciano, aunque no se consiguió ese r.esultacto. Los años 382 al 285, que pasó en Roma, fueron decisivos para su acti– vidad literaria posterior; contrajo intima amistad con el papa Oámaso I (t 3S4), del cual fué secretario, y en cuyo nombre hubo de responder a las cuestiones propuestas por algunos sínodos orientales. También le encargó el papa la revisión del texto latino de la Sagrada Escritura, esto es, de la versión lla– mada !fa/a; trabajo , que dió ocasión a los largos y profundos estudios bíblicos, cuyo fruto fué la Vulgata que hoy poseemos. Jerónimo continuó en Roma su vida ascética, y halló en la misma ciudad dóciles discípulas entre las nobles matronas ro– manas, a las cuales guió por el camino espiritual a la perfec– ción, y que mantuvieron con él una docta correspondencia epistolar sobre el significado de lugares obscuros de la Sa– grada Escritura, o de expresiones hebraicas en las versiones latinas. Al número de ellas pertenecían las viudas Paula y Mar– cela, las cuales dedicaron todo su patrimonio al servicio de Dios. Jerónimo ejerció sobre el clero romano una crítica severa y libre de todo respeto humano, provocando de esa manera aquella oposición, cu;os efectos se dejaron sentir en tiempo de! papa Siricio, sucesor de Dámaso; se comenzó a hablar y murmurar de sus ideas y venidas a la casa de Santa Pau·la; y
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