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IV EL RETORNO Por ·fin, sonó para los religiosos la hora del retorno a El Pardo. Doña María Cristina de Habsburgo, por muerte de su esposo, Alfonso XII, regentaba la nación en nombre de su hijo Alfonso XIII, de sólo 10 años a la sazón. Las gestiones del Superior de los Religiosos Capu– chinos, Joaquín de Llevaneras obtenían su éxito. La Reina Madre devolvía el Convento a los Capuchinos y les permitía su regreso (30 de mayo de 1896). Más tarde Alfonso XIII ratifica en 1902' la cesión a los Ca– puchinos, "por el tiempo que fuere del agrado de Su Majestad". A los veinte días de concedido el regreso por la Reina Madre, media docena de frailes capuchinos su– bía la cuesta y se postraban ante el Santo Cristo. De aquéllos, que sesenta años antes habían salido para el destierro, ninguno pudo volver. Pero en espí– ritu y corazón eran los mismos. Nuevas y fecundas tareas les esperaban. 52

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