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tros días. Enrique IV, que murió en El Pardo por efec– to de una caída de caballo en día de caza, vino proba– blemente a exhalar su último suspiro a este Palacio. El Ayuntamiento de El Pardo no pertenece al Par– tido Judicial de Madrid, sino al de San Lorenzo de El Escorial. Al recorrer nuestra vista por el pueblo, dis– tinguimos con facilidad los pabellones militares de Trasmisiones, los dos asilos, tanto el de Mendicidad como el de Orfandad, el Convento de monjas Con– cepcionistas, que dan clase de primaria, y las dos Escuelas de primaria. También contemplamos la his– tórica casa de Infantes, lavantada por Carlos III, la no menos histórica Casa de Oficios, levantada por Carlos V y restaurada por Carlos III, más 30 casas de propiedad particular y las demás pertenecientes al Real Patrimonio, con un total de 2.500 a 3.000 habi– tantes. Lector: Nos vemos obligados a separarnos porque graves acontecimientos nos amagan. Oímos ya los ca– ñones de la primera Guerra Mundial (1914); nos in– tranquilizan las huelgas revolucionarias en España (1917); la epidemia y guerra con Marruecos (1918); destronamiento del Rey Alfonso XIII (1931); Repú– blica II, guerra civil, etc., etc. Estos y otros aconte– cimientos salpicarán los muros de este Palacio. Cuando la paz vuelva a iluminarnos, estrecharemos de nuevo nuestra amistad. 24
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