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EL INCENDIO El incendio fue pavoroso: amenazaba convertir en cenizas el hermoso Palacio de El Pardo, que apenas contaba medio siglo de existencia. Aquella noche del 13 de marzo de 1604 dio al traste con buena parte del Palacio. Felipe III había renunciado a dirigir los Negocios Públicos, entregando las riendas del Gobierno a Fran– cisco Sandoval, conocido por el Duque de Lerma, de triste memoria. Así Felipe podrá vivir su vida recoleta en el Palacio de El Pardo. No obstante, el año del incendio coincidió con los 5 años que Felipe vivirá en Valladolid (1601 a 1606). Conocido el desastre, a nadie extrañó su inmediato decreto de reconstrucción. Y aquel mismo año, bajo la dirección de Francisco de Mora, sucesor de Herrera en El Escorial, dieron comienzo las obras por valor de 80.000 ducados. El informe de este arquitecto dice así: "No quedó en toda la casa piso que pudiese servir, ni pared que no haya menester descostrarse, porque todas avejiga– ron con el gran fuego. Quedó destruida la Gale:r;ía de Retratos, pero las demás pinturas, que eran portáti– les, pudieron ser salvadas». La reconstrucción fue veloz, pues, en poco más de un año estaba terminada. No así la labor de pinturas al fresco, que duró catorce años. En la reconstrucción se duplicó el número de bal– cones, conservando sus anteriores características. Vol– vieron a adornarse las estancias del Palacio con pintu- 14
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