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eso no es lo común, que un mínimo observador detecta, * que muchos superiores se sienten solos en su tarea, cuando no abandonados en su cargo, por los máximos responsables de la Provincia, * que no existe una estructura adecuada para enmarcar laobediencia actual. Los tiempos han cambiado. No son las mismas situaciones las de ahora que las preconciliares, * que muchos son incapaces de estructurar dentro de sus comunida– des una adecuada oración litúrgica, de la cual sacar fuerzas para seguir adelante. Claro que el superior debe ser el animador espiritual de la Fraternidad, pero se requiere unmínimo espiritual en el ambiente, que no depende únicamente de él, * que los días de recreo y de vacaciones los tienen que dejar para cuando otros no quieren. Todos esos problemas conyunturales, espirituales, sociales, de disci– plina, evangélicos que se detectan, exigen soluciones. El poeta y dramaturgo inglés del siglo pasado Robert Browning escribía lo siguiente: "Parecemos tan libres, y estamos encadenados ..." ¡Que nos lo digan a los superiores capuchinos de la C.I.C! 3. Obligaciones de los superiores Todos nosotros reconocemos que los superiores no sólo tenemos cosas de las cuales quejamos -que lo hacemos con harta frecuencia-, sino que también tenemos unos deberes ineludibles, unas obligaciones. Es normal que aceptemos, de entrada, que nuestro servicio debe de suponer un cierto grado de sacrificio, de esfuerzo, de donación gratuita, de llevar una vida escondida en Cristo. Reconocemos que no desarrollamos con interés nuestros trabajos, para que -nos lo agradezcan. Un hermano capuchino, que conozco, que vive y bebe y que no está aquí, me solía decir -imaginando a los gatos, que son animales domésticos, pero que a la menor te arrean un mordisco o un arañazo- lo siguiente: "no hay nadie más ingrato que el fraile y el gato". ¡Esperamos que no tuviera razón!... Nuestras Constituciones capuchinas nos recuerdan las siguientes 65
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