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conceptuada como una expresión de búsqueda sincera de una solución correcta, de la voluntad de Dios; en algunos casos, también como aceptación de la cruz, en tanto que es voluntad de Dios; pero, general– mente, como exigencia de superación de la posición estrictamente egoísta y personal, en aras de una opción querida y exigida por el bien que persigue la Fraternidad o el grupo religioso 65 • El n. 156,1 proclama el mandamiento del amor mutuo desde la perspectiva del servicio, tal como supone la imagen de lavarse los pies unos a otros, que tanto gustaba repetir s. Francisco 66 • Todo esto se convierte en disponibilidad bajo el signo de la caridad. La tarea del guardián respecto a los hermanos no tiene que ser obstáculo para su desarrollo, sino que, con delicadeza, proporcione espíritu y vida 67 • El n. 157,1 nos dice que el superior tiene que ser ejemplo para la Fraternidad que sirve y que preside, en razón de la caridad o amor a Dios y al prójimo. O sea, el hermano designado y escogido para presidir una Fraternidad no es otra cosa que un ministro-siervo de la Fraternidad. Su oficio no es una dignidad que comporte principios y excepciones parti– culares, sino que es, ante todo, un servicio que le confiere mucha más dedicación en relación a sus hermanos. El n. 157,2 subraya que tiene que desempeñar su cargo con destreza y cuidar, de una manera especial, todo aquello que esté relacionado con la vida espiritual. En el 157,4: con espíritu evangélico debe tratar de dialogar siempre con los hermanos, aunque, por razón del cargo, tenga que tomar la última decisión. El oficio del guardián exige la capacidad de saber asumir el peso de la propia responsabilidad. Es cierto que la Fraternidad tiene que apreciar y hacer propia la dinámica de lademocracia, que es diálogo y corresponsabilidad; sin embargo, no podemos olvidar que la Fraternidad no se rige por principios de decisión democrática, sino por el deseo del seguimiento y del cumplimiento de la voluntad de Dios. En este apartado cuarto la Constituciones citan el nº 14 de Perfectae 65 ARA, S. La formación para la vida religiosa, 406-407. 66 Cf. Admonición 4. 67 Cf. 156,2. 54

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