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bien o mal. Se necesita una lucidez humilde, para analizar las cosas y reconocerlas con objetividad. Una de las ventajas que tenemos sobre nuestro pasado más joven, es que ya no necesitamos adquirir la perfec– ción o llegar a la meta de un solo golpe, sino que nos conformamos con paso a paso, mejorando lo cotidiano. Esta percepción más realista de la revisión de vida nos puede dar ánimo para seguir caminando sin el peso de lo no-cumplido. En estos tiempos de paro, siempre es de agradecer comprobar que tenemos "tajo" por delante para seguir siendo hermanos y hacer Fraternidad. • Hacer un proyecto de cómo mejorarla: acercar nuestra vida al Evangelio. De nada nos serviría analizar nuestra vida de fraternidad, si no llegamos al compromiso de seguir adelante por el camino del Evangelio. El problema, sin embargo, radica en que entre nuestra vida real y la ideal, o Vida del Evangelio, descubrimos tal abismo, que nos desmotiva para intentar superarlo. Son los muchos años de dar vueltas a la noria sin aparentes progresos lo que nos frena y acobarda, para caminar con ilusión hacia la meta que nos hemos propuesto. Sin embargo, aún mantenemos en el fondo esa añoranza por la utopía que un día vivimos y que ahora, tal vez, se nos ha eclipsado y oscurecido. No pretendo dar fórmulas mágicas, que despierten nuestra ilusión de seguir haciendo Fraternidad; pero sí que podría ser una ayuda el cambiar nuestra postura respecto a la vida real e ideal del grupo. Para ello habrá que retomar el concepto de "paciencia histórica" y partir del principio de que, teniendo medianamente claro hacia dónde vamos y lo que queremos alcanzar, lo importante no es tanto conseguirlo en plenitud, cuanto ir saboreando los pequeños logros de cada día. Es decir, no hay que pretender, para ser felices, alcanzar la felicidad absoluta, sino experi– mentar que vamos siendo más felices, cuanto más nos acercamos a ella. Aplicándolo a lo nuestro, ese ideal o Vida del Evangelio nos puede desmotivar, si lo percibimos como un imperativo inalcanzable por ahora. Mientras que, si partimos de una realidad ya en sí gratificante y con posibilidades de crecimiento, entonces la tarea es mucho más llevadera. 32