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presente la vida del Evangelio. La finalidad de los capítulos es "tratar de las cosas que se refieren a Dios" 41 , actualizar la llamada con la que hemos sido convocados para evaluar nuestra respuesta y poderla mejorar de cara al futuro. Lo primero, por tanto, es hacer fresca y actual la llamada del Evangelio. Tal vez los años y el ocaso de los "grandes relatos" de que nos habla el posmodernismo, han acabado con nuestro sueño juvenil de que el Evangelio es agente de cambio. Estamos ya demasiado curtidos, pensamos, para que la Regla, las Constituciones, etc., puedan despertar en nosotros la ilusión de caminar hacia adelante como un ejercicio de plenitud. Aunque haya que contar con el cambio cultural y la biología -el tiempo no perdona-, habrá que hacer lo imposible para que esa Palabra que tanto nos dijo y a la que tanto tiempo dedicamos para que se hiciera vida, vuelva a ser la chispa que encienda el gozo de ser Fraternidad. Habrá que buscar la forma, para que esa Palabra se nos diga en el hoy de nuestra situación concreta con el fin de que genere esperanza y confiera sentido al seguimiento cotidiano de Jesús. • Revisar nuestra vida a la luz del carisma: confrontar nuestra vida con la Vida del Evangelio. Es el siguiente paso después de que la Palabra se nos ha hecho presente; y aquí sí que sería conveniente que la revisión de vida fuera más carismática que jurídica 42 • Me explico. La experiencia nos ha hecho manejar con soltura el arte de teorizar sobre nuestra vida, para no tener que abrirnos a los demás diciendo sencillamente lo que sentimos y nos pasa. Somos maestros en capear la situación aportando floridas descripciones, para no tener que entrar en el qué y el por qué de lo nuestro. Todo un ejercicio que nos lleva a estar revisando siempre lo mismo, sin apenas avanzar nada. La solución tampoco está en deducir apresuradamente que todo va 42 TC 57-48 31 ~------------- --- -----~--------------------
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