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que constituyen su función, tampoco podemos llegar al extremo -dada nuestra tendencia a una democratización indiscriminada- de considerar– lo como algo irrelevante, que ya no tiene sentido en un grupo de adultos. Ciertamente que ya no puede entenderse y desempeñarse con el autoritarismo y los privilegios de antes; pero también es verdad que este ministerio de animación forma parte de la estructura de la Fraternidad y los hermanos necesitan que lo ejerza uno de ellos; de ahí que deleguen en él esta responsabilidad. En nuestro afán de democratizado y desacralizarlo todo, nos hemos cargado, también, la faceta trascendente -"espiritual"- de este ministe– rio. Olvidamos que este servicio es un don del Espíritu que sólo puede entenderse y ser valorado desde la fe abierta y agradecida. Ciertamente que ya no podemos justificar este ministerio, envolvién– dolo en un halo de santidad, como aparece en las Fuentes, sino que requiere unas cualidades y unas técnicas que, o se tienen y se saben, o habrá que adquirirlas y aprenderlas. El reconocer la dimensión "espiri– tual" de este ministerio no invalida el que valoremos también su faceta humana de competencia y eficacia en la que toma cuerpo. El ministerio del guardián es un servicio a los hermanos en cuanto son y forman una Fraternidad. Es decir: es un servicio de unidad y comunión. Los hermanos han sido llamados por el Señor para formar la Frater– nidad, ese entramado de relaciones personales que tiene como finalidad dar una respuesta grupal o comunitaria a la invitación de seguir a Jesús. El guardián, pues, es el garante de que la Fraternidad acepte esta invitación y responda con fidelidad. No se trata, sin más, de asegurar una unidad monolítica o cuartelera; ni mucho menos una uniformidad clónica. De lo que se trata es de que la Fraternidad mantenga fresca tanto la llamada incondicional del Señor, como la decisión de los hermanos de seguir viviendo en fidelidad la Vida del Evangelio. La garantía de unidad que ejerce el guardián no se queda en los límites de la Fraternidad local. Esta -la Fraternidad- no puede permanecer encerrada en si misma, ya que pertenece a otros círculos más amplios 22

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