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entrega voluntaria, escondida, que no tiene que esperar a hacer "aquello que mande el superior". Obediencia y futuro de la vida religiosa La vida religiosa tiene en la fraternidad de los miembros que la componen su punto central. Todos estamos llamados a construir esa fraternidad. No hay en mi comunidad nadie que, de alguna manera, no tenga parte. La disponibilidad personal, que es vivir para los otros, lleva consigo, en uno u otro aspecto, el morir por los otros. No es romántico ni poético lo de darse, lo de estar disponible, porque con frecuencia comporta mucho esfuerzo, muchos sudores, muchas incomprensiones. Pero lo cierto es que la disponibilidad lleva a la alegría evangélica de darse. Cuanto más nos demos, más felices seremos. La vida religiosa del futuro debe caminar por las sendas de la responsabilidad personal. Hemos de educar a nuestros formandos en el valor de la disponibilidad. Hemos de educarlos enponer todos "el granito de arena", que construye los auténticos valores del Evangelio predicado por Cristo. Actualmente, en muchas comunidades religiosas, vemos cómo "lo fraterno" cae de hecho solamente en una o dos personas -en el superior y en algún otro hermano que tenga algún cargo-y esto no puede continuar así. Si continúa así, nadie querrá ser superior de un grupo de irresponsa– bles. Por este motivo, -vuelvo a repetir- urge educar y educarnos para la disponibilidad personal. Habrá cosas que no te manden, o que los superiores no se atrevan a sugerirte y que tú tendrás que realizar. Todos estaremos llamados a colaborar, a autoformarnos en la disponibilidad total, voluntaria, adelantada a posibles sugerencias de los superiores. Lo fraterno es de todos. Si en mi comunidad algo no funciona, yo tengo parte de culpa; pero también tú y tú. Todos tenemos la responsabilidad de lo fraterno. San Bernardo en sus "Sermones", comentando el pasaje del sirio Naaman en el segundo libro de Samuel, dice que "la obediencia verda– dera reclama estas tres cosas: que la humildad se asiente en el corazón, 190