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chos humanos, la libertad de expresión, la dignidad de la persona, la obediencia obligada, la libertad individual. Sin embargo, la llamada de Dios al religioso o a la religiosa sigue teniendo el mismo carácter de siempre: ¡el de la totalidad! Dios no llama a medias. No llama a la tibieza. No llama al "sí, pero no". Nuestro Dios es exigente, es llamado en la Sagrada Escritura "celoso", porque tiene el derecho de pedimos el todo. Sin duda alguna, el seguimiento de Cristo comporta radicalidad y, si no damos más, es porque no alcanzamos más, no porque no se nos pida más. Le damos una parte y nos pide el todo. No hemos de olvidar que la vida religiosa consiste en darnos del todo para imitar a la perfección al Cristo de Nazaret que, por amor, se nos dio del todo. Por otra parte, el servicio fraterno, la obediencia religiosa comparta el "estar disponibles". Este elemento es consustancial a la misma esencia de la vida religiosa. Y el ideal sigue, y seguirá siendo, el estar disponibles del todo. Aunque esta actitud hoy parezca no estar de moda. Recordemos que las modas pasan con facilidad, mientras los valores eternos perma– necen para siempre. La disponibilidad total es un valor eterno, fraguado en el supremo querer divino. Una palabra clave en la aventura de la vocación cristiana en general, y de la vocación religiosa en particular, -que es ahora en la que nos centramos- es la de docilidad. Hemos de ser en todo momento dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es la fuente de nuestra santidad. El Espíritu de Jesús nos guía en nuestro peregrinar, nos da fuerzas, nos habla, espera nuestra respuesta. La obediencia religiosa de nuestros días comporta docilidad a las mociones del EspÍlilu Santo en nusutws, y compmta el tene1 en cuenta los signos de los tiempos, que nos hablan de parte de Dios. Si no somos más santos es, porque no somos dóciles a las inspiracio– nes del Espíritu Santo ennuestras vidas. Dios siempre habla -aún a través de su propio silencio-, pero habla. Nuestra tarea es la de escuchar, la de iuteutai escuchar, la de hacer el esfuerzo de escuchar, la de proponernos por una vez y por todas escuchar. 185

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