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que impone sus normas y margina a los que no pierisan como ellos. En otros casos, un hermano se arroga un protagonismo que no le corresponde en la animación o dirección de algunos grupos. En la relación con los laicos vinculados a nosotros, no los hemos potenciado suficientemente. Tenemos la OFS que nos merecemos. Hemos de estar atentos a no promocionarlos porque nos hacen falta, sino para compartir un carisma. También surgen problemas de distribución de competencias, cuando el superior local y el párroco son diferentes, aunque esto depende mucho de las personas. Otro tipo de dificultades en este mismo aspecto es el de compaginar la vida de fraternidad con las exigencias de la comunidad parroquial o educativa -si se trata de colegios- con el consiguiente deterioro de la convivencia, reflexión, oración, identidad y sentido de pertenencia. Dificultades económicas: caja de compensación, sueldos, colectas, mantenimiento de lugares. En algunos casos los conventos desarrollan una actividad práctica– mente parroquial; pero sin los inconvenientes de tipo burocrático que conlleva una parroquia. En las parroquias y arciprestazgos nos llaman, porque nos necesitan. Reconocemos que nos hemos servido de las parroquias y de las diócesis para solucionar los problemas de algunos hermanos. En relación con los obispos, algunos nunca han visitado nuestras casas; otros acuden gustosos, cuando son invitados; otros se presentan espontáneamente. 165

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