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* Aunque en general nuestras relaciones con el clero diocesano son buenas, en algunos casos no llevan bien que trabajemos en actividades apostólicas, porque constatan que arrastramos más gente. * Hay cierta percepción o sensibilidad de que la jerarquía habitual– mente se olvida de los "carismas", queriéndonos utilizar al servicio de las diócesis. * Tendrían que quedar bien especificados en los acuerdos que se establecen entre los Provinciales y Obispos los objetivos de la presencia capuchina y los límites, desde la visión de fraternidad, en los que nos vamos a colocar. * No acomodamos nosotros a los criterios de las diócesis; al contra– rio, tenemos que ofrecer más claramente nuestro carisma. * Convendría que quedara más clara la relación económica entre la administración diocesana y las fraternidades. * Obispos y párrocos toman, a veces, unilateralmente decisiones sobre asuntos que afectan directamente a los Capuchinos. Por ejemplo: límites parroquiales. * En nuestras parroquias, nombrar párroco siempre trae consultar con el guardián: depende de él. 3. ¿Los mayores problemas de relación con la Iglesia local provienen de dentro o de fuera de la fraternidad de la que eres responsable? Constatamos una doble dificultad: 1. No somos valorados o tenidos en cuenta a partir de lo que somos. 2. Por nuestra parte, tenemos reticencias a la hora de integramos en la vida diocesana: en algunos casos damos más importancia a la exención como religiosos que a la inserción. Nuestra relación con los laicos debe tender a pasar de considerarlos meros ayudantes a tenerlos como personas con las que caminamos a la par. En algunos casos los laicos se constituyen en una nueva clase clerical 164

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