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Entre nosotros también aparece, a menudo, un fallo: el religioso– párroco defiende más la parroquia que la fraternidad. Así se revela la dificultad de compaginar la vida "conventual" con la "parroquial". ¿Dónde está la prioridad? El guardián debe velar para que vivan en equilibrio los aspectos de fraternidad y participación pastoral. Estamos llamados a transmitir el aspecto más horizontal, más demo– crático, de la Iglesia. 2. ¿Conoces alguna situación que no encuentra iluminación en los principios que aquí han sido enunciados?¿ Cuáles? Toda la fraternidad es responsable/corresponsable de la tarea/misión a desempeñar, sea o no parroquia. Tal vez el criterio es claro como punto de partida, pero en la vida real no acabamos de resolverlo: ¿Cómo se puede compartir, mantener el equilibrio entre la responsa– bilidad que conlleva pertenecer y participar en la Iglesia local, arcipres– tazgos, encuentros diocesanos..., con la vida más interna de las fraterni– dades, sean o no parroquias? Por otra parte, hay dos asuntos a nivel de formación inicial, que repercutirán más adelante en la vida de la provincia: l. Cuidar más la formación eclesial, y por lo mismo, como pertene– cientes a una Iglesia particular. 2. Nuestros jóvenes formandos se comprometen con el Carisma Capuchino como hermanos, no c?mo sacerdotes. Nuestro servicio es carismático; esto es lo que tenemos que llevar a la Iglesia local. Creemos importante seguir el trabajo iniciado en Los Negrales, en el Congreso sobre Parroquias y Carisma Franciscano. Nos hemos quedado a medias. Como motivos de conflicto se señalan: 163
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