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por culpabilidades inconscientes. Hay que preguntarse si nuestro tra– bajo está motivado en la pasión por el Reino o en la coerción inconsciente de un Superyó tiránico y enfermo. El reto: Actitudes ante el profesionalismo. Lo más importante vendría dado por favorecer la vida interior de los sujetos: Articular recursos que supongan un freno necesario en la actividad y sea una invitacJón al encuentro con uno mismo, con los otros y con Dios (retiros, convivencia, Ejercicios Espirituales, años sabáticos). Habría que hace una revisión de las agendas de compromisos: eso tendría que constituir un punto importante a la hora de llevar a cabo el Proyecto Comunitario, la revisión del trabajo habitual y de las activida– des esporádicas. El animador de la comunidad tendría que atender a su seguimiento y evaluación. El Proyecto Comunitario debería prestar atención también a los tiempos de descanso personales y comunitarios. 3. INDIVIDUALISMO Un logro previo: la personalización. La valoración del individuo es el resultado de un importante proceso histórico que avanza hacia la consideración de la libertad, la dignidad de la persona y el respeto a los derechos individuales. Este valor no ha de verse como opuesto al de la comunidad. Al contrario, supone una nueva concepción de ella, donde la relación no es meramente de acomodación a unas reglas externas, sino intercambio y comunicación personal más profunda. La persona es relación y se hace en la relación. La comunidad debe, pues, personalizar al sujeto. Hacerle más él, no anularle como sujeto, conformándolo a un molde vacío o a un altavoz impersonal 105 • 105 Cf. la denuncia que hace la obra Clérigos de DREWERMANN, Ed. Trotta, Madrid 1995. 105
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