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eso de nada nos servirá si no nos recreamos no– sotros mismos en un esfuerzo por comenzar de nuevo desde nuestras reales raíces. Lo francisca– no constituye un buen marco para que crezca la hermosura, pero como todo lo que es realmente valioso hay que trabajarlo. Así tenemos la gra11 urgencia dé una oficina de arquitectura que sir– va de ayuda a nuestras misiones, porque es muy lamentable ver a nuestros misioneros repetir en sus territorios de misión una iglesia igual a la de su tierra natal. En las tierras fangosas y húme– das y cali.entes del Amazonas me encontré con una iglesia de los Apeninos. Y si se me pidieran cien ejemplos como éste, ciertamente los podría dar. Demasiadas veces nuestra acción evangeli– zadora queda minimizada por todas esas cons– trucciones e imágenes aberrantes de que nos he– mos rodeado. P. El arte no está reñido con la profesión de pobreza. R. El arte no hace relación alguna con el con– cepto de ri.queza o pobreza. La belleza es un va– lor absoluto, independiente y aplicable, y si debe acompañar a algo, deberá ser a una pobreza com– prometida. Lo realmente costoso entre nosotros es el ejercicio libre de la imaginación, y la rela– ción es siempre la misma: a menos imaginación ENTREVISTA mayor derroche de dinero, y a mayor pobreza, mayor necesidad de una imaginación aplicada. La Imaginación es la que ordena los espacios y la que sabe aprovechar aquellos materiales que se tienen a mano con la sensatez que requieren las circunstancias, y al menor costo económico. Sin esa sensibilidad en el hombre, aun lo religioso y la santa pobreza aparecerán siempre sospecho– sos. Lo franciscano debería aportarnos una ma– yor integración de lo estético con todas nuestras otras actividades. El mismo Francisco, santo y pobre, ha merecido en buena medida la conside– ración universal por su innata comprensión ante toda expresión digna y bella que apareciera en el hombre o en la naturaleza. P. ¿Cuál es la cualidad que más admiras? R. En el aspecto social, la capacidad que ten– ga el hombre para relacionarse, para merecerse la amistad de los demás, el poder salirse cada uno de uno mismo para ser útil dentro de un gr-u~ po creador. Cada vez más todos necesitamos de los demás y cada cual aportar a los demás aque– llo que sabe, esa es la maravilla. En definitiva, una obra así confeccionada, en grupo, quedará siempre enriquecida. Esa es la tendencia cada vez más apremiante hoy en nuestro mundo social y del arte. Un gmpo de artistas chilenos hizo llegar a los obispos de Puebla un docu– mento de 27 páginas sobre los problemas de la evangelizaci6n y la cultura. "Somos artistas cristianos -dicen en su presentaci6n-, y cristianos que amamos la belleza de la misma manera como estamos comprometidos con la verdad y el bien". Trans– cribimos un breve apartado del documento en lo referente a la Iglesia con relaci6n al ai-te: "¿Qué ha ocurrido entre la iglesia y el arte y e1~tre la jerarquía y los artistas? Si bien, te6ricamente, se considera la belleza como un bien en sí, dentro de las categorías divinas, en la práctica, casi siempre, se desconoci6 este hecho, y la belleza fu e relegada al rinc6n de lo utilitario, proselitista. o pedag6gico. En los últimos tiempos la iglesia, en sus diversos estamentos ha mira.do el arte con muchísima desconfianza y como exquisitez superflua. La iglesia ha olvidado que sus templos constituyen el único libro que la mayor parte de los hombres de América Latina posee para intercomunicarse cultural– mente. Esta actitud de menosprecio se refleja, en forma dramática, en la casi totali– dad de los establecimientos educacionales de la iglesia. Creemos que, en esta materia, la educación cristiana se ha dejado subyugar por la sociedad de consumo Salvo aisladas manifestaciones de reconocimiento, nunca se ha visto una orienta– ci6n sistemática de nuestro episcopado latinoamericano dirigida al desarrollo de Ta creaci6n, la belleza y el arte, dentro de nuestras comunidades". 121

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