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Adviento, domingo 2º. 5, 12. 2010. I. Isa. 11, 1-10 El mundo entero, el cosmos, los animales y las personas vivirán en concordia y buen reparto de todos los bienes. Habrá Paz absoluta. El profeta Isaías estaba viviendo personalmente todo lo contrario de lo que anuncia para los tiempos del Mesías. Pero aquel día ....por lejanísimo que esté, vivirá esa experiencia, porque un descendiente de David se convertirá en Enseña de los Pueblos, y buscada por los gentiles, y será gloriosa su morada. Traduzcamos esto a los tiempos cristianos, los nuestros. Creemos que ese hijo de José es Jesucristo. Creemos que lo miran con admiración hasta los paganos, los incrédulos, los revolucionarios, los ciudadanos honestos y los santos. Dijo Jesús: mirarán al que traspasaron. En esa mirada general a Jesús está establecida la lucha que vemos a diario: enemigos acérrimos que como serpientes quisieran devorar todo lo cristiano y seguidores que luchamos por hacer gloriosa su morada, que es la Iglesia y el mismo cielo. Nunca es tarde cuando la dicha es buena. Ese ideal cristiano pervive en mucha gente, aunque no seamos pocos los que apenas respondemos. Y somos serpientes y lobos como los propios enemigos. Pero no queremos destruir al Mesías. Porque, al fin, la felicidad que se promete a su Venida consiste en que puede, quiere y constantemente logra hacemos algo mejores. Por eso estamos aquí, en esta gloriosa Morada suya. Los sueños de bienestar universal los tuvieron las sibilas y todos los visionarios que han sido. Y hay que reconocer que NO fueron mejores los tiempos pasados. 9

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