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oro, atraen la atención. Y provoca adoración. Habrá personas que van por no ser menos, o por lucir prendas novedosas o tradicionales, y por representar Autoridad y Poder. O para seguir con admiración a esas legiones de fieles conscientes de que adoran al Amor de los Amores. Es el mismo Jesús Nazareno, ahora triunfante, pero tan disminuido en el aspecto exterior como cuando era malbaratado en la Pasión. Este misterio junta los extremos del Sumo poder Recreador con la suma pequeñez del Servidor. Quien asume mi persona en cuerpo y alma, ofrece habitación a la santísima familia de Dios: Habita en mí y yo en él. Del infinito Pueblo de Dios que formamos todas las iglesias, la que mantiene la adoración de la eucaristía fuera de la Misa es la Iglesia Católica. Y cuando los miembros de las familias protestantes se convierten, hallan precisamente en la Eucaristía la gran razón de su Fe. Todos nosotros creemos y tratamos de practicar. Pero nos suele dominar la pereza para asistir al acto de FE absoluto, que es la Misa. Quitar importancia a la Misa dominical, es menospreciar al Pueblo que es la Iglesia. Quien niega a su pueblo se niega a sí mismo. Cuando se toma la libertad de ir de vez en cuando, se descumple la afirmación de Fe. Quien va a la fiesta de su Pueblo pero no a las misas del domingo en su pueblo, no es Pueblo: ya dice un profeta: Dios me manda a decir que no Sois mi Pueblo. La fiesta del Corpus es el llamado a comer juntos el sacramento. Y nos obliga a pensar en qué manos y con qué doctrina preparamos a los que aspiran a la primera Comunión. Santa Teresa Benedicta de la Cruz era una doctora 81

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