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Señor y mirando hacia la fiesta Natal de Jesús, estamos componiendo un programa de fiestas. Reuniones familiares, y de colegas o fraternidades eclesiásticas. Y junto al deseo sincero de hacer fiesta muy cristiana nos empuja el afán de no ser menos que los otros. Lo más importante es que el amor y la caridad tengan sitio en cada celebración. III. Mat. 24, 37-44 Jesús también estaba preocupado por la distracción de sus seguidores respecto del tiempo final. Da la impresión de que quería impactar de modo firme en la necesidad de relativizar la existencia, desapegándonos de este mundo. Digo desapegándonos y no desprendiéndonos del mundo, porque eso solo lo hará la muerte. Desapegarse es limpiar costras viejas, pegotes que remiendan la vida afeándola. Lo que se llama pasiones dominantes. Todos tenemos bastantes. Por tanto sometemos a una limpieza o higiene sincera estará muy bien. Todos sabemos de problemas en la casas, en los colegios, en las calles. Abunda la sensación de que el cielo tiene que estar aquí, y de que el fin del mundo no debe preocupamos. Y cuando llegue pues nada, se lo asume y listo. Pero Jesús no se conforma con esta fatalidad. Quiere que nos preparemos, y no hay mejor modo de prepararse para un examen, que estudiar a tiempo todo lo que se pueda. Tenemos que ser eternos, según proclama la Fe, y eso lo vamos logrando cada día, unido a la persona y mensaje de nuestro Señor Jesucristo. Creyendo esto, lo proclamamos: Creo en Dios, Padre ... *** 8
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