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Gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros. El saludo frecuentísimo a Dios, santiguándonos, produce sensaciones renovadores, para cumplir el consejo de Pablo '"ya comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa hacedlo en el nombre de Jesús". Dejó Moisés la fórmula precisa de invocación a Dios: el Señor te bendiga y te guarde, te muestre su rostro y tenga misericordia de ti, y te conceda la paz". III. Juan, 3, 16-18. DIOS UNO y TRINO. Con la mayor naturalidad nos santiguamos en el NOMBRE del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y solemos hacerlo feamente. Debemos pronunciar esos tres NOMBRES con el mayor amor y respeto, porque no es invento nuestro sino del propio señor Jesucristo. ¿Quiénes son esos personajes? Quiso Jesús revelamos que Dios es familia, cuya cabeza es el Padre, cuyo conocimiento es Jesucristo, y cuyo amor mutuo es el Espíritu Santo. Esto dicho así nos provoca amor, respeto y cariño a Dios. Todos los pensadores han buscado el Principio de todas las cosas. Apelando a su razón o inteligencia se introdujeron en el misterio del SER ¿Qué es ser? Todo ser viene de otro SER, y al fin de la cadena ha de aparecer el Ser absoluto, total, perfecto y bueno. Los metafísicos han desentrañado esa cadena, como modernamente se ha desentrañado el ADN de personas y cosas. De ese descubrimiento del Ser Supremo brotó la necesidad de cultivarlo, en la forma infinita que se ve en los pueblos del mundo. En el fondo todos adoramos al mismo ser Supremo, aunque cada cual lo llame como lo 77

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