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herejes, y su trato prohibido a los judíos fieles. Recordemos, sin embargo, que Jesús rompió esta discriminación de modo escandaloso: primeramente toma agua y catequiza a una mujer samaritana. Le revela que él es el Mesías esperado. Más tarde alterna con Zaqueo en Jericó y lo declara salvado con su familia. Y el colmo fue cuando es un samaritano el que socorre y cuida a un asaltado por malhechores, mientras el sacerdote y el levita pasan sin interesarse por el herido. Pues Felipe va a Samaría a predicar que aquel Nazareno, que tanto ponderó a los samaritanos, acababa de resucitar, después de sufrir terrible muerte. La conmoción fue grande porque sanaban los paralíticos y eran derrotados los demonios. Felipe les otorga un bautismo incompleto, solo en nombre de Jesús, como preludio del que van a administrar los Apóstoles Pedro y Juan con que les atrae al Espíritu Santo. Pedro y Juan les imponen las manos, y ese gesto queda para siempre en la Liturgia como transmisión del Espíritu Santo. Pues eso sigue sucediendo de generación en generación y nosotros somos testimonio de ello. II. lªde Pedro, 3, -15-18. San Pedro, por aquellos tiempos, escribió la carta que hemos escuchado, en la que hace referencia a la responsabilidad de dar razón de la FE. Nosotros pensamos que tenemos Fe porque admitimos a Dios y sus Palabras. Quizá no sabemos o no podemos o no queremos dar razón de nuestra creencia. O cuando damos la razón nos alteramos y a voces no hay ganancia en el intercambio de ideas. Pedro gritó mucho en defensa del resucitado en los tiempos inmediatos a la Pasión de Jesús. Y gritó: Vosotros lo habéis matado 70
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