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Queremos tener apaciguado al Dios que nos han enseñado, y a veces queremos tenerle contento por nuestras obras. Dios quiere ser glorificado como quiere ser glorificado el padre por los triunfos de su hijo y el hijo hace muy bien en luchar por tener contentos a los padres. Pero el hijo no añade nada a los padres, y ellos son glorificados por el triunfo de los hijos. Y por los hijos lo dan todo. El Padre Dios no dio todo en su Hijo. Y por eso Jesús hubo de pasar por las experiencias de una vida que tuvo de todo. Al fin, gracias a su esfuerzo de cada día, se ha convertido en el modelo absoluto. Y eso es lo convierte en Salvador. Es ante nosotros donde tiene méritos Jesús. Y por eso sentimos ánimos al verle tanto en Belén como en Caná o en la Pasión. Nuestras experiencias son parecidas a las suyas, y por eso las afrontamos con ánimo y seguridad de salvación. Dichosos los que creamos sin haber visto a Jesús. La fe es superior a ver y saber. Y queremos expresarla diciendo Creo en Dios ... *** Domingo 3 ° A de Pascua. 8 de Mayo de 2011. I Hechos 2, 14, 22-33. Llama la atención la seguridad con que el Apóstol san Pedro habla de Cristo, como elegido de Dios, para salvarnos con su muerte y resurrección. Seguramente la conciencia de su negación y el posterior amor que le mostró Jesús, le hicieron ver el infinito valor de la persona de Jesús como Salvador y Cristo. Además era testigo de que los judíos habían aceptado que Jesús había sido robado del sepulcro, y que por tanto, no estaba de verdad resucitado. Por eso insiste en que "vosotros, los judíos, le hicisteis morir por manos de paganos, pero Dios lo resucitó, 62

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