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humana pudo hasta entonces hallar para explicar la historia. Las palabras de la Escritura se convierten en la mayor autoridad para probar un misterio como el de Jesús. II. Colo. 3, 1-4 San Pablo se considera a sí mismo como un resucitado gracias al encuentro con Jesús. Y esa condición da por transmitida a los que él va catequizando. La consecuencia de una resurrección es evitar la muerte a todo trance. Y es que la tentación hacia las cosas de este mundo pone en jaque cualquier seguridad de este mundo. Todo el estado de bienestar que propuso el diablo a Jesús, recién bautizado, está supedita a arrodillarse ante el tentador. Y Ocurre que esa exigencia sigue activísima en nuestro entorno. No solo porque se ofrece mucho pan y se consiguen avances fantásticos, sino porque se da por hecho que esas mejoras son fruto de un poder humano ajeno a toda influencia de otro PODER. Con todo, los que presumen de sabios y entendidos tienen soberbia y rechazan las revelaciones más humanistas como son las de Jesús. San Pablo, como resucitado, halla a su alrededor infinidad de altares a dioses de este mundo, como el Poder, la Carnalidad convertida en bien social, la duda metódica hacia las afirmaciones que salen del magisterio apoyado en Jesucristo. Constata el gran Pablo que sus grupos siguen siendo paganos, y por eso les insiste en que han de cultivar a Jesús animados por el Espíritu santo. No hace demasiados años que surgió en España y en otros sitios una ilusión enorme hacia Cristo y su doctrina, que se llamaba Cursillos de Cristiandad, que eran y aún son, catequesis fundamental. Ocurrió que a pesar de tantas predicaciones populares 58
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