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Prólogo Lucemario es un recurso natural o artificial, que proporciona luz suficiente para andar con seguridad. En ocasiones podría ser una luciérnaga, que en plena noche nos despeja un espacio dificultoso. En sentido arquitectónico, las aperturas de los edificios dejan pasar la luz y son lucemarios duraderos. Así ocurrió con el Seminario de la portada, que en tiempos de oscuridad general, proporcionaron luz a cien seminaristas, y porque, además de sus ventanales, contaba con unos profesores magníficos que iluminaron las mentes con sus magisterios. Toda la historia se ha ido iluminando con adelantos tan valiosos como el sol. Hoy portamos lámparas en las procesiones, y las tenemos en sitios donde falle la luz natural o la electricidad. En los Templos se preparan lucemarios en la vigilia Pascual, cuando se bendice la luz y en los Monumentos dei Jueves santo. Y son lucemarios con su culto diario. Lucemario magnífico es la Carroza de Barquisimeto, en Venezuela, donde el yacente Cristo está a punto de estallar en luz para el mundo. En cuántos lugares solo hay lucemarios de velas y carburo. Luz, más luz, pedimos cuando hacemos tareas con muchos detalles. Lucemarios supremos son los libros. Generosamente ofrecen las luces de sus ideas y sus ilustraciones, que desbrozan los vericuetos mentales de ignorantes y atrevidos. El más surtido lucemario es la Biblia, donde todas las luces luchaban contra las oscuridades cavernarias de los poderes. Apiñadas las luces de la historia alrededor de la Luz de Jesús, se logra el lucemario más maravilloso. Lucemarios son los laboratorios, los centros de Estudio, 5

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