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siempre con el apoyo en Jesús, cuyo Espíritu, nos da el querer y el obrar. Esta frase de san Pablo es absolutamente radical: es Dios quien da el querer y el obrar. Y si es el Espíritu divino el que nos inspira el querer, lógicamente nos anima a obrar. La gracia es antecedente o inspiradora y consecuente o dadora de eficacia para obrar el Bien. Somos haciendo, y hacemos siendo. En esas estamos. En esta acción litúrgica tenemos la inspiración y la decisión de ser buenos. Con deficiencias, pero con voluntad. Dios escruta el corazón y las vísceras. Mientras el hombre se fija en la cara, en lo externo. Por aparentar, ninguno de nosotros podríamos estar aquí. Y con todo, aparentando o sea estando visibles, demostramos que hay Fe en nuestra vida. Todos los días hay que plantear cómo nos estamos salvando, y todos los días diremos GRACIAS Padre, por la vida, la tierra y el sol. Hoy, Señor, queremos cantar las grandezas de tu amor. Amen. III. Mat. 7, 21-27 HACER y SER. El eterno problema de los méritos. Todo el mundo busca méritos. Para tenerlos hay que realizar actos positivos. Y esos actos positivos tienen siempre doble cara, como la buena moneda. La Cara de ser lo que aparentamos ser, y la Cara del manifestar que se es. No vale la simplificación de ni robo ni mato, ni voy a misa, pero creo en Dios. Y por eso soy buena persona. Aplicamos ese a un pueblo o a una comunidad y apostemos a que se nos admite como buenos vecinos o buenos familiares estando ausentes de los actos del Pueblo y de la familia. Puede uno estar en el Pueblo en todos los actos y no SER del pueblo, es decir cumplir para no quedar mal, pero sin sentirse uno parte cordial del Pueblo. Apliquemos eso a la Iglesia. Y 44
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