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San Pablo sentí la gana de decir sí, por su espíritu. Y el deseo de decir No por su carne. En las edades del ser humano, queda detrás un mundo pobremente cuidado, que es como un cargamento en la mochila que dobla las espaldas. Y nos echamos en cara el no haber aprovechado las oportunidades. Modernamente no puede uno quedarse a medias en sus programas. Tampoco se puede uno angustiar con propósitos heroicos que al ser incumplibles nos hieren la conciencia. Hay que hacer lo que se pueda con todo el esfuerzo necesario. Y cuando no se logra todo tenerse paciencia. Uno tiene que ser amigo de sí mismo. Para eso hay que distinguir entre aprender y saber. Se aprende por espíritu práctico. Se sabe cuando se profundiza en el sentido de cada situación y se aprovecha. Saber lleva a la libertad. Aprender puede dejarnos a medio hacer. Pero sin aprender no se puede saber. Partiendo de aprendizaje de los mandamientos o deberes, se llega a la estima de lo que se aprende y se siente envuelto en segura felicidad. II. Rom. 3, 21-25ª, 28. San Pablo viene a decimos que es imposible que Jesús hiciera la obra de Salvación solo para demostramos lo que hay que hacer. Lo que Jesús pretende es que creamos en Él como Hijo de Dios y Salvador. La Fe en Jesús debe ser anterior, acompañante y consecuente con nuestras obras. Si tuvierais Fe como un grano de mostaza trasladaríamos árboles y montañas. Primero la fe y luego las obras. Pero no solo la FE, sino las consecuencias. Estas disquisiciones mantienen en sus trece a los llamados protestantes que hablan SOLO de la fo, aunque en realidad son generosas en obras buenas. Y a los católicos, que ponderamos mucho las obras, pero 43

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