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con nosotros con amor de madre, sin bajarnos de la cruz. Curioso amor. Pero si es así será que tiene que ser así. Porque mis caminos- dice Dios- no son vuestros cammos. Este es el tema de la primera lectura. Y probablemente nuestras cruces no son señal de desgracia sino de vínculo con Cristo paciente. O sea con Dios paciente. Este es uno de los misterios que están escondidos en los siglos y un día lo veremos aclarado donde nos toque estar. Y es que en el fondo, hondísimo, de uno mismo, se intuye que el mal del mundo está constituido por una serie de abusos que han hecho los antepasados y hacemos nosotros, no soportando medidas para cuidamos y cuidar la descendencia. Pero esa es otra historia. Hoy nos asegura Dios que aunque una madre abandone a sus hijos, El no nos abandona. Hace falta ser valientes para decir creo en Dios, y sin embargo es la clave y el clavo ardiente a donde nos agarramos, con sobrada razón. Por eso es tan grande tener Fe. II. 1ª Cor, 4, 1-5 Apelar a la propia conciencia para em1tlr JU1c1os definitivos sobre el propio Yo o sobre los demás, no es regla acertada. San Pablo lo asegura. Y aunque dice que le importa poco el juicio de tribunales humanos, sí que pide al Señor iluminación para ver lo escondido entre las tinieblas de nuestros corazones. Entonces será evidente la verdad. No se puede decir más en menos palabras. Porque apelamos a la conciencia o juicio propio para juzgarlo todo con rigor, menos a uno mismo. Llama san Pablo a la conducta ejemplar, ser fiel administrador. Cuidar la salud, la formación, la cultura, 41
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