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el que no presume de ser Dios, el que pasa por uno cualquiera, que ve natural la rebelión de las masas y ve lógico el perdón para el que hace cualquier gesto de acercamiento a él. El delincuente que le acompaña en la crucifixión entiende que Jesús tiene un reino especial, distinto de todo lo que él conoce, y siente que cree en ese reino, el de los desgraciados. Y Jesús le confirma asegurándole que le acompañará en el Paraíso. Por eso, hermanos, la blasfemia que es espontánea al considerar lo poco que hace Dios con los desgraciados, no escandaliza a Jesús, ni debe escandalizarnos al escucharlas o al pronunciarlas nosotros. Porque esa es la mentalidad de quienes admiran el Poder. Dios se hace pobre para que seamos ricos. Entonces las preguntas que se hacen a Dios pueden ser hasta la cuarta pregunta. Pero a la quinta pregunta responde solo Él, aclarando una verdad que aparentemente interesa poco o quizá demasiado: de dónde vengo, a dónde voy. Jesús es una Palabra que responde a la última pregunta que quiera hacerse. Dichosos los que crean sin ver. Y nosotros en este momento, gracias a la luz de Jesús, vemos el camino despejado. Y decimos Creo en Dios... Año 2015 399

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