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Amor y Paz. A nivel de Conciencia y a nivel de familia o grupo de vida. II. Colo. 1, 12-20 San Pablo, en su maravillosa carta que hemos escuchado dice preciosamente en qué es rey Jesús: El Padre nos ha trasladado al Reino de su Hijo otorgándonos la Redención, el perdón de los pecados. Y compara San Pablo ese poder de perdonar con la propia obra de la Creación. Cuando uno piensa que su situación de pecado es irremisible, se nos asegura que Jesús que pudo con su Padre crear el cosmos, puede crear en nosotros la situación de perdón. No podemos ya decir que nuestros pecados son imperdonables. Debe vencer la seguridad de que una vez puestos en el Reino de Jesús, el perdón es la acción neo creadora más perfecta. Por tanto lo malo es solo lo irremediable, y esto sucede cuando uno se empecina en buscar o rechazar el perdón, o peor aún cuando se ha perdido la noción de pecado, en especial el que niega o relativiza al propio Dios o a Jesús como Dios, y a esto llama Jesús pecado contra el Espíritu Santo, que no es objeto de perdón porque el sujeto no toma al ateísmo militante como pecado necesitado de perdón. III. Luc. 23, 35-43 El Reinado de Cristo se manifiesta en las Bienaventuranzas. Algo extraordinario ha ocurrido en la mente de Dios, cuando su Palabra define que en el reino entrarán los desposeídos de este mundo. Los disminuidos, los perseguidos, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que luchan por la paz. Dios renuncia a ser señor de las batallas, a ser emperador, a ser omnipotente. Se transforma Jesús en el servidor, en 398

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