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de los años, que hay que modernizamos y postmodemizamos. Morimos o padecemos tanto o más, pero los remansos son extraordinarios. Se supone que el Espíritu no se siente desbordado. Para eso trajo de arriba a Jesús, que cumple ese programa estupendamente y con cara de bueno. II. 2ª Tesal. 3, 7-12 Para no caer en la exclusión y conseguir la salvación, aún en la sociedad en que vivimos, San Pablo aconseja fijarse en él. Vive de su trabajo y se complemente con el apostolado. No es carga para nadie. Probablemente no había paro obligado como en nuestros días. Y por eso el apóstol y maestro y padre en la fe exige a los suyos que se dejen de cuentos y no pretenden vivir sin trabajar y queriendo gobernarlo todo. Ocuparse en no hacer nada también es mal de estos tiempos. El famoso paro puede que incluya a los que no quieren trabajar pero sí recibir limosnas y pensiones. Supongo que todos nosotros ganamos el sustento en nuestros oficios y vocaciones. Pedir por el Señor Jesucristo, que se trabaje, indica la seriedad del problema de los haraganes. El trabajo nos realiza y salva nuestra dignidad. III. Luc. 21, 5-19 Un trabajo extra es el de las persecuciones y tragedias de la historia. Jesús profetiza que habrá males muy costosos que exigirán hasta la vida. Declarar que entre los enemigos estarán los familiares es atrevimiento. Y ahí está el detalle, porque dentro de las familias están los bienes y los males. Los apoyos a los ideales y la destrucción de la moral y de la fe. El famoso pecado original es ese: el que se da en los orígenes de la existencia. Las herencias culturales positivas salvan a las personas. Las herencias negativas producen esa clase 396

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