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nos negará. Teniendo en cuenta que si somos infieles él es fiel, porque así lo asegura. Esa fidelidad es a su promesa de salvarnos mientras dure la existencia. No es que asegure que nos condenamos si somos infieles. Aunque tendrá que haber condenación si la negación es absoluta hasta más allá de la muerte. Pero esa es otra cuestión. III. Luc. 17, 11-19 La lepra del espíritu es deformante, porque el sujeto inconsciente puede presumir de sano sabiéndose leproso. Esto le impedirá someterse a tratamiento, por ejemplo interesarse por Jesús sanador. Pero como no hay mal que dure cien años, a la larga son muchos los leprosos que buscarán curarse. Con la particularidad de que uno mismo ira sintiendo la voz que le llama y anima a curarse. Todos sabemos que tenemos el sacramento sanador de la Penitencia y el especialmente saludable de la Eucaristía en comunión. Jesús cura a varios leprosos, aunque solo uno se muestra agradecido. Y es samaritano. Porque los en verdad humildes son los que agradecen la confesión y la comunión. Ya dijo Jesús: Vengo a curar a los enfermos, no a los sanos". Nuestro oficio sacerdotal podrá ser muy diversificado, pero el que nunca puede abandonarse es el de la Confesión y la Comunión. Creamos a Jesús cuando nos dice en la Penitencia: Hermano, tu fe te ha salvado. *** Domingo XXIX C. Octubre 2010. I. Éxod. 17, 8-13. La Oración. Y III. Luc. 18,1-8. La primera y la tercera se funden en la intención que es ésta: así como en la vida hace falta la segunda o tercera 386

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