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San Pablo se da el título de doctor de las gentes en la Fe y en la Verdad. Y manda a los creyentes levantar las manos sin ira ni disensión. Quienes presidimos los cultos oramos con las manos en alto. Y también con la voz en alto. Porque es manera de sentirnos generosos y esperanzados. Los llamados poderes tienen que estar llenos de espíritu de servicio. Y lo tendrán si clamamos al Espíritu del Señor que los ilumine y haga sanos. Amen. Examinando lo poco que podemos hacer por la Historia hallamos que apenas habrá un Pueblo que no haya sido capturado, uniformado y convertido en unidad política, por personajes especialmente impelidos a juntar a los dispersos. Para Pedro y Pablo los Poderes son respetables porque imponen orden y paz. Eran tenidos como enviados de dioses, y del propio Dios de Israel. Ya avanzado el tiempo Moderno, se volvieron las miradas a los sabios de Grecia, como si hubieran sido demócratas. Entendían la DEMO CRACIA como gobierno de distinguidos por cultura y mentalidad, que buscaban el Bien Común: formar grupos, tener escuelas, y soldados, y alimentos y federaciones. Casi lo mismo que ahora, pero con menos ruido. El peligro eran los Sofistas, que mezclaban argumentos poderosos con razonamientos mediocres. Tenían que ser los filósofos, que buscaban la última causa según su razón natural. A su modo los profetas y los apóstoles siempre señalaban el bien de los pueblos para exponer sus métodos, porque tenían un Luz añadida: la que les daba el Dios de Israel. En la modernidad hay tantos intelectos filosofando de todo, que a la larga queda uno metido en alguna red. Por eso Jesús señaló que su programa era la verdad a costa de cualquier sacrificio. Por eso él se declaró Verdad. 377
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