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de cada persona, nos convierte en pacientes, igual que cuando podemos convertimos en pacientes a los demás. La educación es una dialéctica continua. Un progreso lleva a otro, y con sacrifico, sin duda. El ofrecer verdades es expuesto a las réplicas. Pero también las réplicas pueden consistir en una humilde rebeldía ante el magisterio ajeno. A la larga uno reconoce que sin educación democrática no hay veracidad en las personas. Confesar que hay muy poco de verdad en la vida parece indicar que uno ha sido hipócrita y falsario. Sin embargo es constatación de que nunca hay verdades del todo captadas. Probablemente las únicas criaturas que tienen una verdad segura son las imágenes. Proclaman la gloria del ser humano que piensa alto y profundo. Cada estatua es una invitación a emplear bien la materia. Los enemigos de las estatuas como los judíos y musulmanes viven con estatuas: cada columna de sus templos o de sus escuelas son estatuas. Sostienen proyectos, demuestran pensares para los demás. No tiene sentido un pintor que no piense en agradecer a los demás y crea que los demás conservarán su memoria. Pudiera decirse que eso es lo que piensa el Señor de la Historia. Es costoso aguantar las ideas y proyectos y mandatos: todo lo llama Jesús cruz de cada día. No son cruces de palo, ordinariamente las que nos incomodan sino el especial pan de cada día, que es el sacrificio y la honradez. Aconseja el sabio robustecer las rodillas y las manos y ayudar a que el pie no se tuerza, porque sería poner en peligro el camino. Todo esfuerzo es Ejercicio terapéutico. 362
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