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II. Heb.11, 1-2. 8-19 La maravillosa Carta a los Hebreos abunda en el misterio de las contradicciones de Dios. Y que hay que aceptarlas como aciertos. Dios prometió a Abrahán una descendencia como las estrellas, y con todo le pidió el sacrificio de su hijo único. Y cuando Abrahán estaba dispuesto a hacer el sacrificio porque creía en su Dios, este le quitó la obligación y liberó al hijo. El mundo de la Fe es misterioso como Dios mismo. Y es precisamente la Fe la que es argumento de lo que no se ve y sostén de todas las esperanzas. Cuando veo a la multitud de mujeres sosteniendo el culto Cristiano, con hijos metidos en desobediencias y peligros, al borde de la muerte, me digo que por eso vienen a la casa de Dios. Porque solo la fe les da esperanza, cuando las razones de este mundo fracasan tan claramente. III Luc. 12, 32-48 Así se cumple el consejo del Evangelio: estad en vela, esperando a que el Señor vuelva. Porque a veces lo creemos de viaje por las galaxias, alejado de todo lo nuestro. Y posiblemente está regresando hoy o pronto. Y habrá alegrías. Y además sin tardar demasiado nos dará la felicidad total. Hay personas que nos juzgan ridículos porque no nos rebelamos contra un Dios tan débil, que tiene tantos asuntos sin arreglar. ¿Y qué hace el rebelde, el blasfemo, el que toma la escopeta para matar a Dios? No hay solución en la mente del que cree poder arreglar todo lo que Dios no arregla. Pero esas mismas posturas puede que las tome Dios como bromas. Mientras nos acordemos de Dios hay el clavo ardiendo a que agarrarse. Como quien menta a su madre o padre, en el fondo sabe que en ellos tiene el único refugio a la hora de la verdad. 356

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