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dejemos, lograr que haya paz con herederos, con el Estado y con nuestra propia alma. II. Colo. 3, 1-4 En esta línea de superación del materialismo está la carta a los Colosenses. San Pablo aconseja unirnos a Cristo, que está sentado a la derecha de Dios, después de haber pasado por el mundo desprendido hasta de la vida, para hermanar a todas las razas y confesiones del mundo. Y viendo cómo está lo que llamamos mundo, vemos que tiene las mismas pasiones de tiempos antiguos, especialmente el libertinaje y el abuso del prójimo y de la propia persona. El altísimo vuelo de la inteligencia que compite con el mismo Dios en inventivas, no es capaz de frenarse como cuando los aviones pierden el control. Por el excesivo culto al placer corporal se llega al suicidio en el tráfico y en consum1c1ones. Vivimos la contradicción de lo irracional. Claro que los presentes en su inmensa mayoría ya hemos pasado la tentación de vivir a lo loco y estamos recogidos al amparo de los muros de la casa de Dios. Y eso es una gracia muy grande. Por eso la misa es acción de gracias por habernos salvado y por esperar llegar un día a la gloria de Dios Padre. III. Luc. 12, 13-21 Las cosechas son tentadoras. Fácilmente se hacen planes a largo plazo, y frecuentemente esos planes caducan. Igual vale para cuando se tienen cargos de responsabilidad política o educacional o familiar. Enseguida se hacen planes o se sueña con planificaciones grandiosas. Y la experiencia enseña cuán frágiles son. La parábola que expone Jesús es educativa en extremo. Supongo que cuando le dice la 354
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