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Uno tiene un tesoro si tiene una siembra prometedora: si un malvado o una tormenta lo destrozan, se ha perdido el tesoro. No es lógico llamar tesoro a la cosecha y al nacido, y declarar sin valor lo sembrado que está germinando. San Pablo argumentó su doctrina: Creí y por eso hablé. Porque la fe es el sustento de las creencias, el argumento de lo que aparentemente es indemostrable o discutible, como ocurre con el tema del aborto. La vida, para el cristiano, es de valor absoluto. III Mat.20, 20-28 La escena de la madre de Santiago y Juan pidiendo para sus hijos el ser ministros importantes en el reino de Jesús, significa el afán de buscar medros humanos en los oficios apostólicos. Ni fueron ni serán los últimos. Todavía vivimos nosotros cuando las llamativas vestiduras y sillas gestatorias se usaban como signo del gran asiento ocupado por dignidades católicas. Hoy estamos pasados al otro lado y apenas sabe alguien quiénes somos. Pues bien: los hijos de esa mujer recibieron premios distintos: uno ser liquidado pronto, bautizado en su propia sangre, y Juan convertido en el apóstol intelectual o sublime que unió el cielo con la tierra con su evangelio, y con el Apocalipsis vivió los grandes martirios de Pedro y Pablo y muchísimos otros creyentes. Hoy celebramos la vida y milagros de Santiago, porque una vez descubierto su sepulcro en el Finis Terrae, y capturada Tierra santa por los Islamistas, originó la interminable procesión del Camino de Santiago, impresionante milagro de fe y de curiosidad turística. Además Santiago está asociado a todas las empresas de España, tanto en la Reconquista, como matamoros, como en la expansión hacia América. Es el 352