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Curiosamente solo se contabilizaban los hombres. Las mujeres y niños están predestinados a tener pan todos los días y a buscarlo sin cansancio. En cualquier Iglesia donde haya misa se ven mujeres y niños comulgando, y la curiosidad busca enseguida las cabezas varoniles y se cuentan como las tres avemarías de un rosario. Podemos imaginar que el milagro de los panes simboliza el de la Eucaristía, que es para todos los hambrientos, que deberíamos ser todos los creyentes. Sentirse hambrientos de la eucaristía concuerda con la infinidad de personas que sienten hambrientos, y precisamente se arriman a los aledaños de nuestras Iglesias. Seguro que cualquier ayuda les sabe a pan sabroso. En medio del laicismo imperioso que nos azota queda como flor sobre la corriente la Primera Comunión. Resuena como una meta importante en la niñez. Por eso debe proclamarse por todos los medios. Me parece que el laicismo tiene la presunción de hacer bautizos laicos y primeras comuniones laicas. De hecho ya han logrado convertir en matrimonio lo que jamás se hubiera soñado ni en Roma ni en Babilonia: que dos personas del mismo sexo sean convertidos en consortes. Sin negar que la homosexualidad es tan antigua por lo menos como Sodoma. Y que salvo casos escandalosos, todos los bautizados tienen derecho al pan de vida, que es para pecadores. *** Domingo XI ordinario C. 14 Junio 2010 I. 1º Reyes, 19, 16b.19.21 I. La Biblia es un exponente monumental de los comportamientos humanos y también de los divinos. 330
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