BCCCAP00000000000000000001357

Jesús Dios pobre nos hace infinitamente ricos. El gusto y alivio que nos proporciona el sagrado culto, en conjunto, es un regalo que ningún rey de este mundo podrá hacer. Al estar en este lugar entramos en la casa de familia de Dios. Y por eso mismo debemos adoptar posturas familiares. Exhibamos el parentesco estando juntos, para que haya un buen diálogo entre el Presidente y la Asamblea. Y, además, sintamos necesidad de colaborar en lecturas, cánticos y rezos. La Palabra necesita ser proclamada con amor entusiasta, y con sacrificio. Convertimos en pobres inválidos no es pobreza cristiana. El pobre es generoso. La disponibilidad a dar algo enriquece al pobre. III. Mat. 5, 1-12ª Las bienaventuranzas son un canto a las pobrezas. Con esas pobrezas se crea el Reino de Dios. Es imposible imaginar a un grande de este mundo ofrecer Gloria a quienes carecen de todo. Y ahí está la originalidad de Jesús. Y es muy probable que así fueran las comunidades cristianas que lograba formar Pablo. Cuando se fueron agregando conversos importantes, se convertían en pobres de alma a imitación de Jesús. Todos nosotros entramos de lleno en alguna de las bienaventuranzas. Y por eso podemos sentimos tocados por el dedo de Dios. Por alguna razón importante Jesús no creo riquezas ni categorías entre los seguidores. Es cierto que nombró Apóstoles a unos cuantos, pero con el encargo de dejar hasta la vida en su apostolado. Hoy el apostolado más urgente es la catequización de niños y jóvenes, y ese papel lo ejecutan las mujeres. Cuando se pretende que se iguale a las mujeres a la Jerarquía, es andarse por las ramas. La grandeza de la mujer es 33

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz