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Cristo. Y si el bautizante es malo, su bautizo también lo hace Cristo. Descubrió Pablo que había gentes que no sabían nada del Espíritu y que su bautismo era pobre o nulo. Al confesar todos al Espíritu Santo renovaron su mente y corazón. Ya había asegurado Jesús que sería comprendido solo cuando bajara el Espíritu de la verdad. Hablando de ocurrencias, inspiraciones, casualidades, sin damos cuenta invocamos a ese Alguien que es el alma de Dios y alma del mundo. Por eso es el Alma de la Iglesia que es humana y sobrenatural por el Espíritu. III. Juan 20, 19-23 La gran misión que encomienda Jesús a la Iglesia se apoya en El Espíritu. "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonareis los pecados les quedan perdonados. Y a quienes no perdonéis seguirán en pecado". Observamos que una obsesiva preocupación de Jesús es liberar del pecado, porque sabe él que ese misterioso mal causa desastres corporales y espirituales. Crea Jesús el gran ministerio de la misericordia, que llega a lo sumo cuando se acompaña de la eucaristía. El Concilio de Trento lo bautizaba como la segunda tabla de salvación. Los tiempos modernos han diluido el concepto de pecado bíblico o de la Fe. Se ha entronizado una hermosa palabra que se emplea sin mucha cultura: se llama laico a todo lo favorable y se tiene por retrógrado lo que se base en ideas religiosas, especialmente católicas. El pecado LAICO es la corrupción, la malversación, la privatización, la moral tradicional, el enriquecimiento exagerado. Con un poco de sentido común se ve que casi coinciden los pecados. Pero es muy distinto que sea pecado laico, siempre tremendo. 322

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