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La reacción hombre etíope fue pedir el bautismo en el primer manantial que encontraron. Y se puede colegir que este político comunicaría a la señora el encuentro y el resultado, y enseguida invitarían a un Apóstol de predicar en Etiopía. Lo cierto que el Cristianismo de Etiopía es tan original que fascina al que llega a esa tierra. Se manifiesta tanta sencillez, tanta alegría, tanta humanidad en sus fieles y clérigos, que algunos documentalistas recibieron el bautismo apenas llegados. Y su bautizo se realizó con agua del Nilo misterioso, cuyo origen descubrió un jesuita en tiempos de nuestro Felipe IV, que aún era dueño del mundo. Curiosamente tal jesuita consiguió del emperador Susino la unión con Roma. Pero el pueblo entregó el reino a su hijo que hizo una masacre entre los romanizados. Y así el Cristianismo Copto vive en un limbo que es como la puerta estrecha para el cielo. Il. lªCor. 12, 3b-7.12-13 San Pablo es un fruto especial del Espíritu de Jesús. Tan es así que lo convierte en alma de los creyentes. Todos somos UNO mediante el espíritu. Llamamos a Cristo Señor porque nos lo inspira el Espíritu. Todas las facultades, funciones y servicios los inspira el Espíritu para el bien común. El Espíritu impone que todo lo positivo nuestro sea bien común de la Iglesia. La unidad mística hace de todos UNO, igual que el conjunto de miembros hacen un Cuerpo. La iglesia es unidad mística como un pan es unidad natural compuesta por infinidad de semillas. Es interesante esta catequesis de Pablo. E pluribus unum. Por eso no es impropio decir que cuando un cristiano sabe que lo que predica es la Iglesia la que predica. Como decía san Agustín bautiza Pedro, bautiza 321

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