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II. Apoc. 21, 10-14.22.23 Cuando se habla de suceso apocalíptico se supone que ha sido trágico o negativo. Pero también debe servir para fantasear maravillas, glorias, adornos, poderes, inmensidades, todo a favor de los discípulos del Cordero, especialmente a los creyentes llegados de Israel. Lógicamente estas maravillas tienen su sede en la Nueva Jerusalén, fundada sobre los nombres de los doce Apóstoles del Cordero. En esa ciudad maravillosa no hay templo, porque Dios lo llena todo, y no hacen falta ni edificios ni sacrificios. Todo es gloria y honor. Para captar la gloria total de Dios tendrán jornadas de eterna novedad. El Dios es el de ayer, el de hoy y el del futuro. Esa catequesis proclamada en el mundo real ha llenado de fe en otra Vida a cuantos la han recibido."Es el lugar donde existen todos los bienes sin mal alguno". Entre el follaje de tan maravilloso relato queda claro el misterio de Dios, y la base de todo lo que de él se cree, que son los Apóstoles del Cordero. Dificilmente se puede hallar algún relato semejante en las literaturas religiosas de las que tenemos algún conocimiento. Por tanto brota en nosotros el grito GLORIA DIOS. III. Juan 140, 23-29 El gran párrafo anterior es culminación de la mayor catequesis que hizo el propio Jesús. "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en él". Todo inspirado por el Espíritu Santo. El soplo de Dios es el Espíritu: el soplo vale para espabilar la llama mortecina, para aliviar las quemaduras, para crear globos fantásticos, para apagar las candelas envalentonadas. Y en la liturgia antigua 316

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