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Es la mayor expresión de fe de todos los tiempos. Jesús es Señor y Cristo, decía san Pedro, y eso conmocionaba a los oyentes. Y eso esperan los entusiastas fieles del movimiento neocatecumenal, que en este tiempo de Pascua van por el mundo anunciando a Jesús resucitado. Parece una audacia inmensa, porque puede tocarle a uno ir a Nínive sin saber palabra de su credo y costumbres. A los audaces les ayuda la Fortuna, dijo alguien en Roma. Si trasladamos el tema a la propia familia hallamos distancias siderales entre mozos y ancianos. Pero puede resultar que un día suena el grito Jesús ha resucitado, en boca del chico o la chica o del padre, y se arma la fiestas pascual. Y todo porque la madre, en general, cultiva el misterio en su ser, donde lo humano está impregnado de espíritu divino. Cristo es principio y fin. Pero parece que en las universidades no lo creen. Y allí surgen los ateísmos más invencibles, porque no hay peor cuña que la de la misma madera. *** Domingo IIIº, Pascua C, 14 Abril 2010. I. Hechos 5, 27b- 32.40b-41 La polémica. Pedro se ha envalentonado. Ya no es echar discursos a cielo o calle abiertos. Ahora es cuestión de tribunales. El Sumo sacerdote convoca a los apóstoles acompañando a Pedro. Y al interrogante de por qué siguen hablando de Jesús, cuando está prohibido predicar acerca de Él.... A Pedro se le ocurre el argumento supremo que tiene que valer para los juzgadores. 306

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