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El narrador de los discursos de Pedro asegura que se convertían miles de oyentes y pedían el Bautismo. Lo que sucedió entonces siguió sucediendo y sigue sucediendo. Las predicaciones producen efecto. Mucha gente encuentra que Jesús es en verdad juez de su vida y de su muerte y sobre todo de su resurrección. II. 1 ª Cor.5, 6b-8 San Pablo ha experimentado el poder estupendo del Bautismo. Él ha sido transformado en maestro de catequesis. Y define que no es posible ser bautizados y seguir cultivando maneras paganas o judaicas como la circuncisión y la selección de los alimentos entre puros e impuros. Barred la levadura vieja de tradiciones y fanatismos, y celebrad la Pascua con panes ácimos, libres de sinceridad y verdad. Sabe Pablo lo que cuesta romper con lo que aprisiona y es tomado como liberación. Seguramente en Corinto hallaba filosofías materialistas y cultos extravagantes a muchos dioses. En el discurso de Atenas había dicho: Os voy a hablar de un Dios desconocido. Y quiso argumentar con la vida y doctrina de quien experimentó muerte su resurrección, del que somos familiares, según un pensador antiguo. Le contestaron los pensadores que de esos temas hablarían en otra ocasión y Pablo quedó sin ganas de volver a enseñar o discutir con los atenienses. Sinceridad y verdad deben ser la levadura que eleve al creyente en la resurrección. Sino todo se reduce a un ceremonial o manual sofisticado. Hay por allí colaboradores y competidores. Cada cual con su sacristía y cátedra. Parece que igualan a Cristo con Pablo y Apolo. 302
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