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Domingo IIIº A. ordinario. 23 de Enero de 2011... I. Isa. 8, 2-8. Todos los puebles tienen un momento en su historia en que se sienten iluminados por enseñanzas, costumbres racionales o descubrimientos. Galilea siempre fue original, por estar en la frontera con pueblos paganos muy antiguos. Diría yo que por eso le correspondía tener en su propio seno al verdadero Libertador con el que siempre soñó, Y aunque se decía que de N azaret no saldría nada bueno, Jesús vence precisamente ese refrán negativo, y es llamado el Galileo por excelencia. Y es en Galilea donde más expuso doctrinas e hizo milagros. Y en Galilea se mostró resucitado y encargo a Pedro y compañeros formar una Iglesia sentada sobre la basa angular de que Él es el Hijo de Dios. Una gran luz les alumbró, dice la primera lectura. II. 1 ª Cor. 1, 10-13 .1 7 Precisamente porque estaba en peligro la Unidad de la Iglesia por rebeldía de los corintios, les dedica san Pablo unas cartas donde abunda el reproche, el aviso, el clamor por la fraternidad. Corinto era una ciudad griega que miraba hacia Europa, tierra de paganos. Allí permaneció San Pablo algunos años y en esas cartas vierte las doctrinas más profundas. Tuvo allí grandes seguidores y grandes competidores, que o eran apóstoles o se consideraban tales. Cosa que ocurre en todo tiempo en todo grupo, cuando se quiere ser cabeza de ratón más que cola de león. Los que estamos aquí somos de Cristo, teniendo por padres a Pedro y a Pablo. Ambos amaron a Cristo sobremanera y tenían autoridad suma. Unos preferían a Pablo como más filósofo y profundo, otros a Pedro como heredero nominalmente elegido por Jesús. 30

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