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del gran pecado del mundo. Evidentemente este problema preocupó a Dios y por eso envió a Jesús como libertador y como maestro: Este es mi hijo amado, escuchadle. Estamos en el Año de la Fe y eso quiere decir que aceptamos y nos dedicamos a mejorar la fe, recibir su gracia y ser apóstoles. Cuando uno está alegre por algo, lo comunica. El Bien es difusivo como todos los aromas. III. Luc. 3, 15.16. 21-22 Jesús convirtió el agua en materia sacramental y al hacer con ella el sacramento del Bautismo, viene el Espíritu Santo y también nos dice: "Tú eres mi hijo, el amado, el predilecto". En medio de la increencia que abunda y de la que se hace gala, es el hecho más estupendo: que infinidad de personas llevan a sus hijos a Bautizar y hacen la mayor fiesta de familia. No se hace eso si no hubiera fe en Jesús y en el bien que se proporciona al niño. Y en el fondo bulle esa esperanza que tienen los padres más desarreglados, de que Dios tenga un especial cuidado con ellos. El Bautismo es fuente de salvación. Al cliente se le convierte en persona de la Iglesia y a los responsables les aporta un plus de esperanza y de sentido superior de la familia. *** Domingo II Ordinario C. León 20 de Enero de 2013. l. Isa 12, 4-11. El empeño de los autores del antiguo Testamento es ofrecer una interpretación positiva del personaje todopoderoso que se llama Yahvé o Elohin: sintiendo que es su Dios, y sintiéndose pueblo elegido por ese gran Señor. En la multitud de autores llamados profetas, 278

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